En muchas sociedades hay fiestas que se celebran en
determinadas fechas del año para conmemorar sucesos que ocurrieron en el pasado
y que para muchos pueblos se consideran importantes, por lo que recurren a
celebraciones para mantenerlas vivas ya sea a través del recuerdo.
En esta ocasión visitamos la ciudad de Píllaro,
para conocer un poco sobre la
tradicional fiesta que se vive cada año en este interesante lugar.
La Diablada Pillareña es una fiesta que ha superado
el núcleo comunitario ya que intervienen grupos de personas pertenecientes a
diferentes comunidades, barrios o caseríos, así como de las parroquias rurales.
Esta festividad se desarrolla del primero al seis de enero de cada año, donde
se une todo el pueblo pillareño, con la participación de hombres y mujeres de
diferentes edades y condición social.
Diana Cruz ciudadana del cantón Píllaro comento sobre el origen de la Diablada:
"Hay tres versiones muy importantes sobre la conquista española, que más
se escucha en el municipio. En el momento que llegaron a conquistar se
revelaron ante la iglesia católica, por eso los diablos pasan por el frente de
la iglesia en manera de protesta, es su forma de rebelión contra el
catolicismo. Y también es porque las personas esclavas se bestia así en forma
de desestresarse en los días que los llaman los días de los inocentes."
Los habitantes de esta ciudad opinaron sobre esta
tradicional fiesta.
“Había arpa y viola y repasábamos en
un patio grande las tardes” Carlos Andrade participante de la Diablada Pillareña
“Antes eran 15 días repasando bien repasados” Juan Guamán Antiguo Capariche
"Es todo como bailaban nuestros
antepasados, en tal virtud es como mantenemos incluso los repasos los hacemos
con guitarra y violín, que así lo conocí cuando era muchachito y así lo
mantenemos". Gonzalo Alvares antiguo cabecilla Tunguipamba
Para esta fiesta popular grupo se constituye por el Cabecilla, el Capariche, los Líneas, la Guaricha, la Banda y los Diablos quienes participan de esta festejo.
Los Diablos de Píllaro es ahora una celebración que en la última década ha crecido y cuya duración sobrepasa las ocho horas.
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